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La mayor parte de las moscas na¬cen durante la primavera y perecen a la entrada del otoño. Algunas hallan un lugar donde guarecerse, lo sufi¬cientemente abrigado para escapar de la muerte. Se ocultan en los rincones tranquilos de nuestras habitaciones, en las dependencias exteriores de las casas, en los graneros y establos. No necesitan alimentarse; permanecen adormecidas, como duermen la ardi¬lla en su nido o el oso en su caverna, mientras duran los fríos invernales. Pero si sobreviene inesperadamente un día templado, -la mosca nota la ele¬vación de temperatura. Se despierta, siente hambre y vuela en busca de alimento. Cuando vuelve el frío la mosca regresa a su escondite. Muy pocas son las moscas que sobreviven al invierno. Las que no mueren al finalizar el verano, generalmente pe¬recen a causa de un hongo que pene¬tra en su cuerpo. Las que encontra¬mos muertas en los cristales de las ventanas, hinchadas y rodeadas de un pequeño halo, han perecido a conse-cuencia de este hongo.
La mayor parte de las moscas na¬cen durante la primavera y perecen a la entrada del otoño. Algunas hallan un lugar donde guarecerse, lo sufi¬cientemente abrigado para escapar de la muerte. Se ocultan en los rincones tranquilos de nuestras habitaciones, en las dependencias exteriores de las casas, en los graneros y establos. No necesitan alimentarse; permanecen adormecidas, como duermen la ardi¬lla en su nido o el oso en su caverna, mientras duran los fríos invernales. Pero si sobreviene inesperadamente un día templado, -la mosca nota la ele¬vación de temperatura. Se despierta, siente hambre y vuela en busca de alimento. Cuando vuelve el frío la mosca regresa a su escondite. Muy pocas son las moscas que sobreviven al invierno. Las que no mueren al finalizar el verano, generalmente pe¬recen a causa de un hongo que pene¬tra en su cuerpo. Las que encontra¬mos muertas en los cristales de las ventanas, hinchadas y rodeadas de un pequeño halo, han perecido a conse-cuencia de este hongo.
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