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Cuenta la tradición de San Juan que, antes de 1840, era gobernador D. Plácido Fernández Maradona, amigo de Pedro Correa, viejo guerrero de la independencia; hombre leal, valiente, sin tacha, respetuoso y respetado por todos. Luego de la muerte de Maradona, los azares de la política hicieron de Correa un perseguido por la policía, pese a las inmunidades que como guerrero de chacabuco se le habían otorgado.
Estos hechos hicieron que varios de sus perseguidores fijaran interesados sus miradas en Diolinda, hija de Correa, de excepcional belleza, quien resistió el asedio y se casó con el elegido de su corazón, Baudillo Bustos.
Pronto las montoneras de Quiroga engancharon en sus milicias a su padre y a su esposo, luego de lo cual volvió a ser asediada, para evitar lo cual una madrugada emprendió, con su hijo de meses, la marcha hacia La Rioja.
En el largo camino, sedienta y extenuada, se dejó caer en la cima de un pequeño cerro. Sintiéndose morir pidió al cielo que diera vitalidad a sus pechos para que su hijo no muriese como ella, de hambre y de sed.
Por ello, cuando unos arrieros se acercaron al cerro sobre el que revoloteaban los caranchos, hallaron al bebé aún con vida, bebiendo de los pechos de su madre muerta. Lo recogieron y a ella le dieron sepultura en las proximidades del Vallecito, en la cuesta de la sierra Pie de Palo, profundamente impresionados por la tragedia. Poco tardó en conocerse la historia y hasta su humilde tumba comenzaron a acudir hombres y mujeres de todas partes, dando origen así a la devoción a la Difunta Correa. Su santuario se halla ubicado en el cementerio de Vallecitos, Departamento de Caucete, a unos 30 km de la cabecera departamental.
Cuenta la tradición de San Juan que, antes de 1840, era gobernador D. Plácido Fernández Maradona, amigo de Pedro Correa, viejo guerrero de la independencia; hombre leal, valiente, sin tacha, respetuoso y respetado por todos. Luego de la muerte de Maradona, los azares de la política hicieron de Correa un perseguido por la policía, pese a las inmunidades que como guerrero de chacabuco se le habían otorgado.
Estos hechos hicieron que varios de sus perseguidores fijaran interesados sus miradas en Diolinda, hija de Correa, de excepcional belleza, quien resistió el asedio y se casó con el elegido de su corazón, Baudillo Bustos.
Pronto las montoneras de Quiroga engancharon en sus milicias a su padre y a su esposo, luego de lo cual volvió a ser asediada, para evitar lo cual una madrugada emprendió, con su hijo de meses, la marcha hacia La Rioja.
En el largo camino, sedienta y extenuada, se dejó caer en la cima de un pequeño cerro. Sintiéndose morir pidió al cielo que diera vitalidad a sus pechos para que su hijo no muriese como ella, de hambre y de sed.
Por ello, cuando unos arrieros se acercaron al cerro sobre el que revoloteaban los caranchos, hallaron al bebé aún con vida, bebiendo de los pechos de su madre muerta. Lo recogieron y a ella le dieron sepultura en las proximidades del Vallecito, en la cuesta de la sierra Pie de Palo, profundamente impresionados por la tragedia. Poco tardó en conocerse la historia y hasta su humilde tumba comenzaron a acudir hombres y mujeres de todas partes, dando origen así a la devoción a la Difunta Correa. Su santuario se halla ubicado en el cementerio de Vallecitos, Departamento de Caucete, a unos 30 km de la cabecera departamental.
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